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13 de julio de 2025
A los 82 años se recibió en Turismo y sueña con ayudar a otros a viajar

Hugo Simoni se graduó como técnico en Turismo. Ingeniero químico retirado, volvió a estudiar a los 73 y hoy planea orientar a adultos mayores que quieran viajar.
“La palabra es esa: enamorado del momento, y de la vida”, dice Hugo Simoni con una sonrisa que se escucha. Tiene 82 años, es mendocino, ingeniero químico retirado y, desde hace pocos meses, también egresado de la carrera de Turismo en la Universidad Nacional del Sur. Se convirtió así en el graduado de mayor edad en la historia de esa institución, pero lo suyo va mucho más allá de un récord estadístico: es una historia de pasión, resiliencia y ganas de seguir aprendiendo.
Simoni se recibió de ingeniero químico en San Juan a fines de los años 60. En 1972 fue uno de los primeros profesionales que integraron el proyecto de la petroquímica de Bahía Blanca, donde se radicó y vivió la mayor parte de su vida profesional. “Trabajé en fertilizantes, en refinerías, en la planta petroquímica, me jubilé en los años 80. Después hice algunas asesorías, pero sentía que me faltaba algo más consistente”
A los 73 años, ya retirado, tomó una decisión que sorprendió incluso a su entorno: se inscribió en la tecnicatura en Turismo. “Siempre me gustó viajar. Lo hice mucho por trabajo, pero también por placer. Y quería vincularme con algo más humano, más cultural. No con los caños, como decimos entre ingenieros”, explica con humor.
La experiencia no fue sencilla. No solo debió adaptarse al ritmo universitario junto a compañeros que tenían más de medio siglo menos. También tuvo que atravesar la pandemia de COVID, enfermedad que lo afectó y lo obligó a internarse. “Después me recuperé, con paciencia, y retomé la carrera. La tesina fue lo último que hice. La dediqué al Valle de Uco, mi tierra, de donde vengo, y donde se producen algunos de los mejores vinos del mundo”, dice con emoción.
“El único viejo era el que habla”
“Obviamente, el único viejo era yo”, bromea Hugo al recordar su paso por las aulas. Sin embargo, el vínculo con sus jóvenes compañeros y docentes fue, según él mismo destaca, “enriquecedor, respetuoso y afectuoso”.
“La relación con los profesores fue excelente, me trataron como a uno más. Siempre con respeto y paciencia. Y mis compañeros me ayudaron, me tendieron la mano, se hicieron amigos”, relata.
Sobre el día de su graduación, recuerda con humor: “Les pedí que no me tiraran huevos. Me tiraron otras cosas, pero fue muy lindo. Una emoción muy difícil de describir, rodeado de la gente que me quiere. Fue un momento mágico”.
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