19 de septiembre de 2021
El Turco Naim rompió en llanto al recordar el desarraigo de Luan Toro
En "PH: Podemos hablar", el humorista se emocionó al hablar de su niñez transcurrida entre La Pampa y Buenos Aires.
El sábado se vivió un momento cargado de emoción en PH: Podemos Hablar (Telefe), cuando los cinco invitados recordaron anécdotas desconocidas de su infancia.
El Turco Naim Sibara no pudo contener el llanto al rememorar una situación bisagra de su niñez, que quedó sellada en su corazón para siempre. El humorista se quebró cuando rememoró los años que vivió en su provincia natal, La Pampa, y reveló cuánto le impactó la decisión de sus padres de mudarse a Buenos Aires.
Todo empezó cuando Andy Kusnetzoff invitó al punto de encuentro a los que sintieran que “la infancia los marcó para siempre”, y con un poco de timidez el humorista se animó a dar un paso al frente. Acompañado de las actrices Julieta Ortega y Leonor Benedetto; el periodista Reynaldo Sietecase; y la cantante Coki Ramírez; el ex ShowMatch reveló la importancia que tuvo aquella traumática mudanza. “Cuando era chico sentí mucho desarraigo, porque soy de un pueblo muy chico de La Pampa que se llama Luan Toro y que hoy tiene 600 habitantes”, dijo en un comienzo.
“De ahí son mis cuatro abuelos, mis papás y yo también nací ahí”, detalló. Aunque aclaró que a sus 55 años comprende los motivos por los que sus padres quisieron hacer un cambio de vida, reconoció que en ese momento le costó procesar la nueva rutina: “Fue una decisión de mis viejos, sobre todo de mi mamá, que estaba cansada de ese mundo que es criarse en un lugar de 600 personas, y también tiene una presión muy fuerte, y se vinieron a vivir a Banfield”.
“Entonces me crié sin primos, sin familia, porque quedaron todos allá. Y cuando volvíamos asiduamente al pueblo, yo sentía que vivía ahí y no me quería ir. Y en ese lugar no había luz”, agregó, justo antes de que lo invadiera la emoción.
“Estaba toda tu historia ahí, tus raíces”, acotó el conductor para darle tiempo de recuperar el aliento al invitado. Tras una pausa para secarse las lágrimas y el ánimo de sus compañeros, retomó el recuerdo: “Había como una usina y ahí había tres horas de luz a la noche, así que nosotros prendíamos la vela para leer a la noche, porque también vengo de esa época en la que no había ni teléfono”.
Mientras seguía con la sensibilidad a flor de piel, contó que atesora aquellos momentos donde jugaba a las cartas, leía colecciones de Robin Hood y le contaba a sus primos cómo era la ciudad porteña que había conocido recientemente. “Me encantaba estar ahí, no me quería volver a la Capital y ellos no lo podían creer”, confesó. En este sentido, reveló que las charlas con sus familiares eran desopilantes debido a la ausencia del Internet: “Yo les decía que había edificios de hasta diez pisos en Buenos Aires y me decían que era un mentiroso; me preguntaban cómo se hacía para subir hasta el último, y les explicaba que existía un ascensor, una especie de caja que te subís y con una cuerda te lleva solo”.
Después de su emotiva confesión, el esposo de Emilia Attias explicó que a partir de sus 12 años empezó a descubrir su vocación artística, y desarrolló su pasión por la actuación, la música y el humor. “Es raro, está como en una nebulosa lo que me fue marcando en la vida, porque soy un tipo que siempre mira para adelante, pero reflexionando se me viene eso a la mente”, expresó con una sonrisa. Además aseguró que cada vez que puede vuelve a visitar Luan Toro para reencontrarse con aquellas vivencias, y debido a los constantes viajes de su pareja como conductora de Resto del Mundo (El Trece), no resultaría extraño que su hija Gina se adapte fácilmente a una escapada al pueblo natal de su padre.
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