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PROVINCIALES

18 de diciembre de 2023

QUIERO SER GOBERNADORA

La joven camporista hizo su carrera en la esfera nacional. Ahora desembarca en la provincia con libro propio y no disimula: "Quiero ser gobernadora", avisa.

María Luz Alonso quiso dejar una marca: hizo ruido en su regreso al pago chico, electa como diputada provincial de La Pampa. Mano derecha de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, Luchy por primera vez desde que arrancó su carrera política decidió meterse a fondo en los asuntos del territorio local. No se anda con chiquitas: presentó el libro Pensar La Pampa y no disimula su sueño. “Quiero ser gobernadora”, avisa sin medias tintas.

 

La flamante legisladora, licenciada en Economía, tendrá que remontar algunas cuestas, porque políticamente dejó más huellas fronteras afuera que adentro de la provincia. Ya había sido electa diputada provincial en 2019, pero cedió la banca porque esa vez el kirchnerismo la convocó para funciones en el Congreso. Ahora es vicepresidenta del PJ pampeano, tras un acuerdo con el gobernador Sergio Ziliotto. Antes fue la diputada nacional más joven (2011-2015) y secretaria general de la JP a nivel nacional (2014-2016).

El cercano oeste

Luchy nació en General Pico pero siempre vivió en Victorica, en el noroeste pampeano: el primer pueblo que se fundó en la provincia. Su familia siempre fue peronista: su padre, Rolo Alonso, tuvo visibilidad dentro del sector Convergencia, que fue hegemónico desde la restauración de la democracia. En ese entonces, la futura diputada disfrutaba de sus virtudes jugando al ajedrez en alto nivel y ganaba las Olimpíadas Matemáticas.

 

 

 

Se recibió de Licenciada en Economía en la UBA, donde empezó sus primeros contactos con la jerarquía de La Cámpora. Trabajó en el área de Logística de una cadena de supermercados y en el Plan Nacional de Alfabetización. Ahora Luchy Alonso es parte de un bloque de altísimo volumen político, en el que se mecharon las principales dirigencias de todas las líneas internas del peronismo. La Legislatura pampeana, en ese sentido, dará un salto de calidad, después de algunos años más opacos. Alonso se quejó, durante la gestión pasada, de “la dirigencia política aburguesada”.

Parecen venir tiempos en que la mirada de Alonso estará en el centro de la escena: como economista será fuente de consulta permanente y ya se animó a definir que el Caputazo con las medidas iniciales del gobierno de Javier Milei es en realidad un primer paso para la dolarización.

El salto a las grandes ligas

Alonso tiene 38 años y saltó desde casi el anonimato a las grandes ligas: CFK la bendijo en 2011 y la mandó a jugar en cancha grande cuando tenía 25 años. Aquella movida sacudió al PJ pampeano: su candidatura como diputada fue un desafío a los caciques de la vieja guardia.

Fue hecha tan a los apurones que originalmente tuvo que usar la boleta del Partido Humanista, aliado del kirchnerismo, a la que después se plegaron las otras fuerzas. Rubén Marín se tragó el sapo y se sumó a la campaña. Carlos Verna quedó resentido por largo tiempo hasta que fumaron la pipa de la paz, aunque ese vínculo siempre estuvo cargado de vaivenes. En el medio quedó una feroz madre de batallas, en la que se instaló en campaña un eslogan inolvidable: “La Pampa o La Cámpora”.

Aunque en política, como enseñaba el anillo de Julio Grondona, todo pasa, también todo queda: el modo en que Luchy desembarcó en la política pampeana quedó como una marca para siempre. El kirchnerismo sigue siendo mirado de reojo por los cultores del peronismo provincial, más ortodoxo y siempre cuidando la quintita pampeana. En el mejor momento de Cristina, La Cámpora barrió a personas de otras líneas que ocupaban organismos nacionales.

Aun así, la construcción de Alonso se ganó respeto dirigencial, incluso opositor, a partir de sus conocimientos en algunos temas puntuales, de pactos con otros sectores y de que ella misma no dudó en poner el cuerpo aun cuando se olían caminos pedregosos: perdió dignamente la interna de 2015 contra el aparato provincial y mordió el polvo de otra derrota en la legislativa de 2021, en la que pensaba llegar al Senado junto a Daniel Bensusán. Cayeron ante la fórmula de Juntos por el Cambio.

Un libro que marca la cancha

El 10 de diciembre Alonso dejó la Secretaría Administrativa del Senado. Fue la encargada de aceitar los contactos del traspaso y la transición con la vicepresidenta Victoria Villarruel, que hasta en público elogió algunos de los números que quedaron en la Cámara alta y especialmente en la obra social de trabajadores y trabajadoras del sector. En ese caso puntual, no hubo quejas sobre una pesada herencia.

“Le delegué por capacidad, confianza y honestidad la conducción administrativa”, colmó de halagos CFK a su mano derecha. Completó las caricias en el prólogo del reciente libro de la diputada: “Es una dirigente sólida a la hora de pensar soluciones concretas para su pueblo y para el país. Tiene un excelente sentido del humor, factor imprescindible para hacer las cosas con alegría”.

La presentación de esa obra, que es literalmente extraordinaria para La Pampa, donde no hay dirigencia política que haya apostado a la publicación literaria, fue un golazo, con sus lógicas contras. No cualquiera presenta un libro: hay que tener banca y algo que decir. Luchy marca la cancha, demuestra conocimiento en algunos temas y fija posición. La ceremonia donde mostró sus “claves para construir futuro” se convirtió en un acto relativamente masivo y conceptual, de fuerte contenido político, con asistencia de dirigencia de primer nivel, empresariado, profesionales y militancia.

También se hicieron notables las ausencias: el vernismo rehuyó el convite, el marinismo pegó el faltazo y hasta el intendente de Santa Rosa, Luciano di Nápoli, le sacó el cuerpo. Hay una sorda disputa en esa tribu: Di Nápoli llegó a la jefatura comunal como referencia de La Cámpora y codo a codo con Luchy Alonso, pero comenzó una etapa de despegue, en la que ella es la clara referencia del sector de Máximo Kirchner y en la que el intendente empieza a hacer su propio camino.

 

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