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20 de junio de 2025
EN CORDOBA ES UN PLAGA...... Y EN LA PAMPA?

La falta de depredadores naturales y su alta tasa de reproducción lo han convertido en una plaga. Reclamos por medidas de control más estrictas.

Desde su ingreso al país, en la primera década del siglo 20, cuando Pedro Luro lo trajo desde Francia a la provincia de La Pampa para constituir un coto de caza, la amenaza del jabalí siempre ha estado latente.
Ese peligro se convirtió en realidad cuando la población se escapó del lugar y comenzó a expandirse por todo el país.
A pesar de las buenas intenciones iniciales que fundamentaron su ingreso, la especie se convirtió en invasora y sus problemas se multiplicaron a tal punto que en la actualidad se ha convertido en una verdadera plaga para la producción agropecuaria y para el ecosistema de fauna autóctona del país.
Para Carlos Kubach, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias en producción no tradicionales de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC), la presencia del jabalí en Argentina se ha convertido en una verdadera catástrofe ambiental.
De manera categórica, el docente del área de consolidación de Gestión Ambiental y Producción Sostenible de la FCA-UNC afirma que todo lo exótico es malo para la provincia y el jabalí, en particular, representa un problema muy serio.
Sostiene que la problemática del jabalí es crítica en la provincia, debido a la falta de control natural, su alta capacidad reproductiva, y una legislación inadecuada que lo protege en lugar de combatirlo, generando daños ambientales y económicos de magnitud.
Si bien no hay estadística sobre la población, debido a su falta de control, se estima que en la provincia podría haber cerca de 600 mil ejemplares, aunque la cifra tampoco es precisa.
La proliferación del jabalí ha encontrado en la provincia las condiciones ideales para su desarrollo.
Espacio: tienen montañas, montes, salitrales, pastizales; todos los ambientes necesarios para estar cómodos.
Comida: miles de hectáreas de maíz proveen alimento todo el año.
Falta de depredadores: los naturales del jabalí son el oso, el tigre y las jaurías de lobos, especies que no existen en la provincia.
“La ausencia de depredadores naturales es un factor básico para que la población explote, ya que tienen todas las condiciones para prosperar”, sostiene Kubach, quien ha participado como representante de la UNC ante el Ministerio de Ambiente en la problemática de la invasión de especies exóticas.
Los efectos del jabalí sobre el ambiente y la producción agropecuaria son devastadores, según sostienen los especialistas que abogan por su control.
En Pampa de Achala, fuente de agua para todos los ríos de Córdoba, el jabalí erosiona completamente el terreno al comer raíces y hozar como un cerdo, impidiendo la infiltración del agua.
“Esto compromete el aprovisionamiento de agua y hace que los arroyos estén permanentemente turbios en lugar de prístinos”, observa el especialista.
Su expansión por toda la provincia los convierte en una amenaza para los accidentes en rutas; ejemplares han aparecido cerca del aeropuerto en la ciudad de Córdoba, con el riesgo que ello acarrea.
El ataque a silosbolsa y a lotes sembrados con cereales, en búsqueda de comida, provocan cuantiosas pérdidas en la producción agrícola.
Su condición de omnívoros hace que cause predación directa sobre ejemplares de la fauna. Además, son transmisores de enfermedades como la peste porcina y la triquinosis, afectando a la fauna y a las personas
El jabalí también causa un daño inmenso a la fauna nativa, incluyendo especies que hoy están peligro crítico, como la tortuga de tierra en Córdoba. El pecarí quimilero es otra de las especies a la cual el jabalí tiene en jaque en la provincia.
En zonas protegidas, como el Parque Nacional de Ansenuza, han depredado huevos y pichones de flamencos australes y andinos (cuyos nidos fueron descubiertos en ese ambiente), especies que también están en peligro crítico de desaparecer.
“Se comen las crías de especies como la corzuela, el aguará guazú y el osito melero, que son especies con poblaciones reducidas en la provincia”, admitió Kubach.
El jabalí en Córdoba: medidas de control
Ante este escenario, para el especialista de la UNC la única forma de controlar al jabalí es a través de la actividad cinegética (caza) de control.
A nivel mundial se ha ensayado otro tipo de controles, como los hormonales o el trampeo, pero no funcionan. Hay cerca de 100 mil trabajos científicos a nivel mundial sobre el control del jabalí, y la experiencia global demuestra que solo la estimulación del control por medio de la caza es efectiva.
Sin embargo, se sostiene que el principal problema para combatir esta plaga en Córdoba es la legislación actual, que lo considera una especie de caza deportiva y no una plaga, que necesita de su control.
Para Kubach, las regulaciones están hechas para “proteger el jabalí”, ya que muchas acciones y normativas datan de las décadas de 1980 y 1990, y estaban pensadas para su protección.
“Las zonas protegidas, paradójicamente, son lo que más protege al jabalí. En estas áreas, no se permite ninguna acción de control, a diferencia de lo que ocurre en parques nacionales como Lanín o El Palmar, donde sí se gestiona la fauna exótica”, sostiene el docente, quien afirma que el mapa de caza del jabalí para la caza es idéntico al de 2011, lo que ha llevado a la situación actual.
“Este mapa prohíbe tocar al jabalí en zonas donde no figura o en reservas naturales”, advierte.
Como parte de las labores de mitigación, el Ministerio de Ambiente y Economía Circular autorizó a partir del martes 17 de junio de la caza deportiva de las especies de jabalí europeo y chancho cimarrón en el territorio provincial.
La medida se extenderá por un año, con el cupo liberado.
En la provincia de Buenos Aires se fue más allá. En marzo pasado, el Ministerio de Desarrollo Agrario de esa provincia habilitó la caza plaguicida del jabalí europeo sin restricciones geográficas.
Entre los fundamentos de la norma, se destaca que “el control de una especie exótica invasora requiere criterios de masividad y coordinación regional sostenida en el tiempo”, por lo que resulta necesario implementar “nuevos criterios” que permitan una contención más eficaz.
La caza plaguicida es una actividad cinegética que consiste en cazar especies declaradas plagas o perjudiciales para controlar su población y evitar daños a la agricultura, la salud pública o el medio ambiente.
Se diferencia de la caza deportiva o de subsistencia en que su objetivo principal no es el deporte o la obtención de alimento, sino la gestión de poblaciones problemáticas.
El municipio de General Madariaga, en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, fue uno de los primeros en poner en vigencia esta resolución. Lo hizo con la excepción de la Reserva Laguna La Salada Grande.
Los cazadores interesados deben contar con la licencia de caza plaguicida correspondiente y una autorización escrita del propietario del campo donde se realizará la actividad.
La Pampa
A través de la Disposición N° 29, la Subsecretaría de Asuntos Agrarios estableció el período que regirá del 1° de marzo al 30 de noviembre para machos y hasta el 15 de septiembre para hembras.
La normativa establece que la caza podrá realizarse únicamente en cotos habilitados y en campos registrados, bajo la modalidad de caza con perros.
El jabalí es considerado una plaga en el ámbito rural debido a su impacto en la producción agropecuaria.
Ante esta problemática, la caza es una herramienta de control poblacional.
La normativa vigente
Para obtener el permiso, los cazadores deberán presentar su Documento Nacional de Identidad (DNI), no contar con multas pendientes por infracciones a la Ley N° 1194 y abonar la tasa correspondiente según su residencia.
El trámite se gestionará de manera digital a través de la Plataforma de Gestión de Trámites de la Dirección General de Recursos Naturales.
La normativa también contempla a los acompañantes, quienes deben ser mayores de 18 años y contar con un permiso específico.
Si bien no podrán portar armas ni elementos de caza, podrán formar parte del grupo y trasladarse en el mismo vehículo que un cazador habilitado.
El período autorizado para la caza será del 1° de marzo al 30 de noviembre para jabalíes machos, mientras que en el caso de las hembras, la temporada se extenderá hasta el 15 de septiembre.
No habrá límite de piezas por cazador, en línea con la necesidad de reducir el impacto de la especie en el campo pampeano.
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